Este cántico que representaba la ilusión del barcelonismo en ganar su 4ª Copa de Europa en el Bernabeu, delante de las narices de la afición de su eterno rival, se quedó en eso, en una ilusión que no se hará realidad. Desde el Barça se había hecho todo lo posible por crear el caldo de cultivo perfecto para una remontada heroica pero topó con su archienemigo Mourinho, ese profesor Moriarty que saca de quicio a todo aficionado culé. El portugués ya es desde hace tiempo el icono del antibarcelonismo, por su actitud cada vez que tiene al Barça delante y por su manera de entender el fútbol, completamente opuesta al gusto de la parroquia azulgrana. Y, como no, Mourinho volvió a ser él mismo, genuino en todo momento.
El Barça no se dejó llevar por el ambiente caldeado que deseaba una victoria aplastante y un partido alocado desde el principio de partido. Hacía falta calma y sangre fría para negociar con la situación pero más que calma parecía que los jugadores del Barça se habían merendado una tortilla de valiums. Mucho toque que no llevaba a ninguna parte porque la velocidad de balón era propia de una carrera de tortugas y los movimientos y desmarques en los jugadores de arriba brillaban por su ausencia, un juego muy estático simbolizado en el inoperante de nuevo Ibrahimovic que se lo ponía a huevo a la defensa del Inter para vivir con tranquilidad. Mourinho no engañaba a nadie, buscaba dejar su puerta a cero y no le importó en absoluto en colocar un cerrojazo en toda regla, el balón ni verlo. Sin embargo, al Barça se le presentó una ocasión de oro. En el minuto 27, Motta, que ya tenía amarilla, suelta la mano, da en la barbilla de Busquets y el jugador azulgrana se va al suelo en una actuación digna de cualquier teatro de postín. De Bleeckere no lo duda en expulsar a Motta pese a la sobreactuación de Busquets, pesó más la falta de prudencia de Motta. Al Inter se le podía hacer muy larga 1 hora con un hombre menos en el campo ante el Barça pero los azulgrana no supieron aprovecharlo. Seguir leyendo ‘CHAMPIONS LEAGUE. SEMIFINALES VUELTA. SÍ, SÍ, SÍ, NOS VAMOS A MADRID. PUES VA A SER QUE NO’
ACABAN DE ESCRIBIR